La oligarquía es una clase social privilegiada que detenta el poder político y económico en los diferentes países de América Latina. Al afirmar que es un grupo social privilegiado nos referimos a que viven con todas las comodidades, lujos, solvencia económica, ostentación, además son educados en las universidades de más prestigio tanto extranjeras como nacionales, son refinados, visten bien, algunos de ellos tienen clase y algunos otros son religiosos.
La oligarquía es el grupo social que tiene el poder político de los Estados, ya sea porque por uno de ellos lo ejerce o porque el que gobierna ha sido puesto por ellos, y esa persona puesta, indefectiblemente estará comprometido a salvaguardar los intereses del grupo oligárquico. Hacen creer a la población que se vive en democracia porque existe un parlamento o porque cada tanto se va a elecciones, pero la realidad de las cosas es que en la democracia nadie llega al poder sino tiene dinero y el dinero lo tiene la oligarquía. Ellos tiene el poder de comprar conciencias, hacer fraudes electorales o dar golpes de Estado cuando las personas que están al frente no favorecen a sus intereses.
Para contrarrestar a la oligarquía tradicional ha surgido el movimiento populista del S XXI y se la llama así porque sus consignas no son nada nuevas. El populismo hace una propuesta anti oligarca destruyendo el país y creando otra oligarquía que se sostiene en el poder por la fuerza de las armas y por la ignorancia de la masas.
En resumen, tenemos en América Latina la oligarquía de derecha, por usar una expresión, que son los verdaderos responsables del descalabro socio – económico del continente y por otro lado, la oligarquía populista o de izquierda que también ha arruinado a los Estados que tienen la desdicha de tenerlos como gobernantes.
Estos grupos de poder han incurrido en una categoría de pecado que en la teología latinoamericana le llamamos pecado social, que no es más que la indiferencia del hombre por el hombre. El pecado social caracteriza a una sociedad que se fundamenta en un sistema de antivalores como el egoísmo, el orgullo, la jactancia, entre otros. Valiéndose de su posición de poder humillan, vejan e insultan con sus acciones u omisiones a las grandes masas que viven sumidas en la vorágine de la pobreza y más aun, de la miseria.
Las oligarquías de derecha han estado sostenidas por cuatro pilares fundamentales: Los militares, la empresa privada, la embajada americana y la iglesia. Es por esa razón que estas instituciones han sido cómplice de la pobreza y la miseria que abate a millones de seres humanos que viven entre el temor y la desesperanza. De estas instituciones nos referiremos a la Iglesia, a quien el Texto llama columna y baluarte de la verdad pero que se ha quedado hablando del más allá, ensimismada en sus propios proyectos egoístas sin ver la urgencia que exige una acción. Una Iglesia que ha guardado silencio o que en algunos casos se ha aliado a la misma oligarquía para orar por ella y profetizarles la bendición de Jehová. Todo esto muestra la ignorancia profunda de la función profética que la Iglesia debe ejercer según nos enseña el Texto Sagrado, y solo por mencionar una, la denuncia profética. ¿Por qué mencionamos a la Iglesia? Porque la Iglesia por comisión u omisión ha incurrido en el pecado social y se ha vuelto cómplice del status quo.
Las oligarquías de izquierda se sostienen por el poder militar y al no tener la bendición de la embajada americana y no tener una empresa privada sólida someten a sus habitantes a las más cruel de las miserias y desesperación, provocando migraciones masivas de ciudadanos que simplemente no tienen alternativas.
La teología tradicional nos enseñó que había dos clases de pecado, el innato, que es la naturaleza pecaminosa heredada de Adán con la que todos nacemos y el pecado voluntario que es aquel que yo decido cometer como consecuencia del pecado innato, pero nunca se nos habló del pecado social, que es aquella acción u omisión que yo cometo desde mi posición de privilegio en contra de aquellos menos favorecidos de la sociedad.
En resumen, el pecado de las oligarquías tanto de derecha como de izquierda es monstruoso, con mi conducta de solo velar por mis intereses sin importarme si las otras personas comen o no comen estoy deshonrando los principios de amor al prójimo al que me exhorta la Biblia. El gobernar un país y abusar de mi poder para que mi familia y mis amigos estén bien en detrimento de las mayorías, no tiene nombre. El hecho de valerme del poder que tengo para ponerme un salario exorbitante cuando las grandes mayorías ganan sueldos miserables, estoy haciendo algo imperdonable. El que yo conduzca un carro de cincuenta mil dólares cuando las inmensas mayorías andan en colectivo, es un abuso insoportable. Nadie mejor que Ignacio Ellacuría definió el pecado social: Nadie tiene derecho a lo superfluo, cuando todos no tienen lo necesario.
El Texto Sagrado claramente nos exhorta … haya pues en vosotros este mismo sentir que hubo en Cristo Jesús… esa sola frase de San Pablo es lapidaria contra pecado social y contra la conducta de los oligarcas que han sumido a este continente a una realidad social injusta. La única respuesta a esta realidad es seguir el sentir de Cristo Jesús … que no estimo el hecho de ser Dios, sino que se despojó asimismo… la kenosis de Cristo es el antídoto al pecado social. El día que haya en el ser humano el mismo sentir que hubo en Cristo Jesús, el problema estará resuelto.
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